El Citlaltépetl, la belleza blanca

Miguel Ángel Contreras Mauss

Córdoba, Veracruz.-

La “Montaña de la estrella” o “Cerro de la Estrella”, como se le conoce en palabra indígena a El Citlaltépetl, se erige imponente en una región donde el frío cala hondo y las nevadas se convierten en un atractivo turístico.

El volcán, también conocido como Pico de Orizaba, ofrece una postal para propios y extraños que causa admiración por su inmensidad y en invierno es un punto obligado de visita

A cinco mil 636 metros sobre el nivel del mar -según cuenta la leyenda de Quetzalcóatl, el dios azteca- los hombres encuentran su propia verdad.  Envuelto en misticismo e historias de sus amados y temidos espacios, como el Valle del Encuentro, Cueva de la Muerte, Piedra del Arrepentimiento, Cueva de la Virgen, y arenales.

En las comunidades serranas, el termómetro desciende por las noches a cerca de cero grados centígrados y los cobertores poco mitigan el aire frío que obliga a los lugareños a encender anafres dentro de sus hogares.

“Ya estamos acostumbrados al frio”, afirma Teodulo Delgado García, el sub agente municipal de Nuevo Jacal, una comunidad enclavada en el corazón del municipio de Calcahualco.

Ascender a las comunidades cercanas al Pico de Orizaba por la mañana es entrar a una nevera, pero también a paisajes imponentes, con reflejos solares que cambian de colores.

La gente de las comunidades se convirtió en los guardianes de las riquezas naturales y belleza escénica, que solo pueden ser admirados siempre y cuando los visitantes se acompañen por guías profesionales.

La cara sur sólo muestra miles y millones de rocas que salieron a la luz al desaparecer los glaciares, tratar de escalar el monte por esa ruta es mortal para los principiantes; y el Valle del Encuentro a tres mil 900 metros sobre el nivel del mar es el inicio de la travesía.

A cuatro mil cien metros se ubica la Cueva del Muerto, un punto de referencia por su promontorio rocoso de cien metros de altura y el refugio natural de antaño de alpinistas que descansaban en los cinco metros de profundidad y dos de altura del hoyo.

Ya sea trepando a o más alto de la montaña o desde sus pies, muestra la fuerza y lo imponente de la naturaleza, un destino gratuito que llena el alma.

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